Monday, April 27, 2009

Marzo 2009 - RIA Zona Sur - Guayaquil - Monse

Holaaa RIA! Soy Monse Arellano de la comunidad “Jesús es el Señor”, orgullosamente guayaquileña y éste es mi testimonio del VEM que tuvimos en mi ciudad:

Todo empezó hace algunos meses atrás cuando nos dieron la noticia que Quito (nuestro centro regional) no podría organizar VEM éste año porque estaban ocupados con el evento del 2010 y Guayaquil tendría la oportunidad de organizarlo para la zona sur! Obviamente todos estábamos super emocionados porque nunca esperamos tener una oportunidad así pero a pesar de eso yo no consideraba seriamente participar como vemita ya que no cumplía con el requerimiento de edad. Así fueron pasando mas meses aún, gente que comenzaba a inscribirse, intercesiones por las diferentes actividades, reuniones de los futuros líderes de escuadrón, etc. Terminé inscribiéndome casi de última gracias al convencimiento de mis padres, preparé las cosas y llegué a la casa de vemitas…

La verdad, los primeros días en la semana de entrenamiento no me sentía para nada cómoda ya que no todas las personas me agradaban (terminé amándolos a todos), no sentía que tenía que estar ahí, pensaba que había llegado solo por capricho mío porque todo me había salido tan fácil mientras hubieron muchas personas que querían ir y cumplían con todos los requerimientos y no pudieron, habían por ahí un par de personas nuevas para mi con las que no me interesaba mucho compartir (terminé amándolas aún más). Pero, en el transcurso de la semana, Dios me fue mostrando cosas que nunca olvidaré! Me dio 21 hermanos y amigos, me mostró el sonido de su voz, me enseñó la importancia de una buena taza de café en cada charla, me permitió entrar a su presencia cada mañana, me hizo crecer en paciencia con las hermanas que ahora amo tanto, la importancia del trabajo en equipo y la SUMISIÓN jaja. La semana de entrenamiento fue mi semana preferida porque, redundantemente, Dios me entrenó en lo que El quería y yo necesitaba. Me aseguró que Su tiempo no es el de los hombres, que no era coincidencia ni capricho mío, que El me necesitaba. Me insistía con cantar de los cantares que ésa sería nuestro tiempo juntos.

Tuve la bendición de estar en el escuadrón que era perfecto y preciso para mi. Aunque a veces no lo veía así, cuando miraba todas nuestras caras y pensaba: “Pero Señooooor!! Si estamos 3 adolescentes aquí, más una loca, una líder de escuadrón medio fosforito, somos el escuadrón con mas actividades, ya se viene el viernes y no hemos terminado, no alcanzamos y no y no y no…!” Aprendí que todo lo que se necesita es disposición y que el Sr obra a través de nuestras miserias y nuestras limitaciones, que no está en el número la fuerza sino en el poder de Dios, que no importa cuando débil sea el mensajero sino Aquel que lo envía. Si hay algo que aprendí de todos mis Lukitas es que, aparte de Dios, son las relaciones fuertes las que nos sostienen y, si es que no nos sostienen siempre, por lo menos nos ayudan a levantarnos jaja. Dios me regaló verdaderos amigos en ésa loca, en la fosforito, en la chica nueva, en los 2 chiquillos como yo, en la bogotense, en mi líder de escuadrón y en Carlos y Rolando (ellos no tienen apodo porque eran los más normalitos jajaja). Pude ver como, al igual que todos ellos, Dios me transformaba en una persona totalmente diferente en cada campamento, casa de formación y en las misiones. Como dejábamos de ser hombres para convertirnos en siervos, en discípulos y (en lo que todos los Lukianos tuvimos que aprender a ser) en guerreros.

Tuvimos 2 campamentos, Combate y Alegría, para adolescentes y preadolescentes respectivamente. En el Combate el Sr probó fuertemente mi fe, con una batalla espiritual en la que El fue mi único refugio, con un ataque del enemigo en que El me defendió y me enseñó a luchar a su lado y a jamás soltar mi espada (dormía con mi biblia). Pude ver la gloria y el poder de Dios con autoridad ésa noche en que yo sentía que ya no podía más, no quería servir, tenía miedo… ésa noche El ganó por mi. Sin embargo, en el Alegría El tenía mucha más pruebas reservadas. Para mí, ésos 2 días fueron de tensión, preocupación y mucha confusión. Ése fin de semana aprendí la importancia de sostenerse de Dios y de los hermanos cuando se tiene un don fuerte y todavía medio incomprensible e incontrolable para uno. En la oración importante del campamento, Dios reafirmó en mi un don muy especial que me abrumó de muchas emociones y pensamientos que comenzaron a controlarme, porque el enemigo estaba ahí aprovechándose de mi inexperiencia y de mis dudas. En ése preciso momento en que sentía que me desmoronaba, mi Dios fiel me enseñó la importancia del amor de las hermanas, de un abrazo para no caer, de la fuerza que nos da saber que no estamos solos en la batalla (gracias jefa).

También tuvimos una casa de formación para las adolescentes de la comunidad. Ésta fue una semana muy muy feliz y especial para mi porque la mayoría eran chicas con las que crecí en algún momento y fueron parte de mi infancia comunitaria. Me encantó poder servirlas como tantas líderes me sirvieron alguna vez en las casa de formación, sentí que realmente me estaban pasando la posta. Me pude ver en cada una de ellas y pude reconocer como Dios las llamaba como me llamó a mi tantas veces en el pasado, aunque yo no le hubiera respondido de vez en cuando. Simplemente fue una semana maravillosa, de volver a conocer a las chicas pero de reconocer que ahora ellas podían verme diferente.

Luego tuvimos 2 misiones, una semana en Bastión Popular y un fin de semana en Jujan. Bastión Popular fue la semana que Lucas necesitaba! A excepción de la conjuntivitis verdad, pero ella sirvió para descubrir la gran fe de Cynthia jaja. Tuvimos la oportunidad de compartir con el padre Douglass, confesarnos e ir a misa muy seguido. Las misiones de Jujan fueron de mas trabajo manual.

Y para cerrar con broche de oro, la semana Santa en casa de vemitas. Gloria a Dios porque la carne es débil pero el Espiritu se mostró fuerte en mi ayuno con Eduardo.

Ahora si, para resumir:
El VEM cambió mi vida, mi relación con Dios, no he vuelto a ser la misma ni he vuelto a ver las cosas de la misma manera. Puedo decir con total honestidad que darle un mes al amor de mi vida me pareció demasiado poco, me faltó tiempo para amarlo más! El me enseñó que agarrarme de su manto es todo lo que necesito para todo, que mi frasco de alabastro es lo único que El quiere a sus pies y que con respecto a los pies de los hermanos… pues… hay que lavarlos siempre. Me regaló verdadera relaciones fuertes que, acabado el VEM, siguen ahí pendientes y fieles. Me permitió darle una miradita de 4 semanas a lo que es verdaderamente vivir en comunidad y adivinen que… me encantó! Dios cumplió su promesa de encargarse de mis asuntos si yo me encargaba de los Suyos: se encargó de mi proyecto de grado, de mis clases atrasadas, de mis padres, de mis ojos con conjutivitis, del ratón invasor y se encargó de mi hermano; tuve el honor y el gran regalo de servir con el como vemita y de poder ver el hombre de Dios que es (te amo!)

Vayan a un VEM! Soprendanse! Sirvan! Es la mejor inversión de tiempo que se puede hacer y, la verdad, comparado con lo que Dios te da, sale bastante bastante barato. Gloria a Dios! Jaleluya!

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